Celia Arévalo
Empecé a practicar yoga hace nueve años con una esterilla que resbalaba como la mantequilla salada. Años más tarde, me formé de manera oficial en Hatha y Vinyasa Yoga.
Si bien siempre me llamó la parte física, exigente, de la práctica, fue en una relajación, allá por 2016, cuando me empecé a interesar por la meditación y la propia respiración.
No creo en las fases lunares, pero sí en lo que te transmite una persona o un lugar.
En su Aura. De ahí, el nombre de este proyecto.
No he sabido dibujar bien en la vida (ya voy tarde). La forma en la que corto el queso Gouda y la gestión del tiempo también la puedo mejorar (en ello andamos).
Lo que me mueve es la belleza en las rutinas suaves. Si la buscas, puede estar en cualquier parte. A veces, incluso brota una planta entre el asfalto seco. La belleza a veces duele (que se lo digan a Stendhal), pero merece la pena.
Escribo. La escritura es mi caja de herramientas. Llevo haciéndolo desde que me recuerdo. Troto hacia las palabras, creo, reconstruyo, rabio, me mezco.
Hace un par de años, mi psicóloga afirmó (convencida, segura, categórica, firme): «Celia, la ansiedad es tu amiga». Aunque al oír eso, casi me da un jamacuco, con el tiempo (y con valentía) entendí lo sabio que es el cuerpo.
Me gusta Estopa y los memes, el pegamento de esta sociedad.
